Dormitorio de Hombres: Una Noche como cualquier otra

por **Arystar H. Scrimgeour** Dom Nov 21, 2010 7:07 pm

Al atardecer, luego de un entrenamiento muy agitado por el campo de calabazas el cúal se encontraba despoblado, notaba que ya era hora de volver al dormitorio y prepararme para descansar un rato. Por cada lugar donde pasaba era observado de forma extraña por hombres y mujeres, aunque en realidad eso no me importaba en lo absoluto y más bien me resbalaba. Siempre he sido una persona muy fría y casi nunca he buscado conseguir amigos, pues he preferido estar en soledad toda mi vida. Luego de un recorrido por Hogwarts, pude entrar a lo que parecía la séptima planta, pues hasta ahora no me he podido acostumbrar a Gryffindor y mi habilidad de perderme no me ayuda demasiado. Subí las escaleras por el pasillo estrecho para posicionarme en el dormitorio, en todo el centro de este. Debido a que no veía ningún hombre por esta zona, simplemente suspiré y me senté en mi cama. Como venía de un entrenamiento intenso, era obvio que tenía una vestimenta ligera y casual, por lo que no tuve que cambiarme en lo absoluto para empezar a meditar un rato. Al juntar mis pies y cerrar mis ojos, empezaba a concentrarme a lo que era llamado Energía Espiritual, aunque en ese momento un ruido interrumpió mi cálida soledad. Me cabree un poco y simplemente abrí los ojos para ver de que se trataba. Sin duda había sido en el otro dormitorio, que talvez era el dormitorio femenino. No le presté mucha atención y volví a lo mio.
Para mi mala suerte el ruido cada vez se volvía más intenso y fuerte, hasta el punto en que estallaría completamente y destruiría el lugar con lo que se me atravesase. Mantuve la calma luego de refunfuñar un rato e intenté meditar nuevamente, pero ya era imposible, pues la concentración se había atrofiado por completo. -Tsk... Por lo menos estoy solo. No tendré que aguantarme a ningún mocoso cerca de mí.- Me decía a mi mismo con una voz normal y despreocupada. Busqué entre mi equipaje un libro y lo tomé rapidamente para leerlo cuanto antes, en verdad era un momento bastante acojedor, pues el silencio había vuelto y nadie estaba molestando o distrayendome para que dejara mis actividades habituales. Me mantuve así un rato hasta avanzar bastante con el mismo.