Una visita al ministerio

Eran aproximadamente las 5 de la tarde, estabamos tirados en la alfombra de la Sala Común tomando una copa de whiskey de fuego contrabandeado, cuando de pronto una lechuza aterrizo en el balcón, Megan había leído la carta de un tirón. Ya que iba dedicada a ella.

"Gracias a su participación en el pasado curso de aparición ha ganado usted un paseo por el ministerio, donde podrá compartir una conversación con el ministro de magia: Howard Owen"

-Yo no ire a esa porquería-

-Vamos Meg, anda debe ser divertido-

-Vete tu entonces, si es tan emocionada-

Y me había tirado la carta, saliendo del lugar, genial!! ahora yo debería ir, el jefe dijo que era una descortesía no ir y ahí me tenían, enfrente de la entrada del ministerio, esperando para conocer al gran ministro.

El día era demasiado caluroso, así que decidí no ponerme el uniforme sino algo más cómodo debajo de la chaqueta llevaba puesta un pequeño Top de color negro, y una falda, , vamos no me iba a vestir de gala solo por que iba al ministerio, estuve viendo todo el movimiento de la entrada del ministerio arrecostada a la baranda de las escaleras, era divertido como tanta gente podía trabajar ahí, era tan cómico el verlos aparecer y desaparecer, que me distraje del hecho de tener que buscar a la secretaria del ministro.

-Señorita Megan Parkinson.- Dije mirando una tarjeta escrita a mano por mi secretaria, entre mis deberes de ministro estaba la tediosa tarea de asistir a los estupidos concursos, al menos este año la estudiante era cuanto menos agradable a la vista-. Soy Howard Owen ministro de magia, me han dicho que debo enseñarte esto un poco, así como explicarle el funcionamiento de cada sección del edificio, y demás asuntos que sinceramente ni yo acabo de conocer del todo, si hace el favor de pasar a mi despacho, le enseñare el centro de poder del ministerio, mi mesa jajaja.

No estaba acostumbrado a bromear y se me notaba bastante, aquello no había tenido ni doda gracia (a que sale doda ¬¬), entramos en mi despacho, la sala de reuniones a un lado mi despacho privado al otro con su sillon de cuero marron oscuro que tan cómodo se me hacía.

-Bueno ahi a la derecha se realizan todo tipo de reuniones la última con el primer ministro japones de magia y hechicería pero supongo que es algo que no interesa a una alumna. ¿por cierto Slytherin verdad?

Tenía tanta vergüenza pero debía decirle que yo no era Meg, el empezó a mostrarme un montón de lugares de su oficina así que debía decírselo era ahora o nunca

-Señor ministro disculpara mi insolencia, pero no soy Megan soy su hermana melliza Meredith Parkinson y si soy Slytherin-

Baje la mirada con un poco de pena, maldije interiormente a Megan por haberme enviado, por suerte el Ministro era un poco atractivo, era mayor pero atractivo.

"Maldita seas Megan"

-Disculpe es que mi hermana no pudo venir por cuestiones de salud, así que lo más apropiado era que asistiera yo, ¿no es así?-

Pregunté con un poco de pena, esperando que él entendiera esas cosas de hermanos, y peor de Sly's que así eramos, y que normalmente tratábamos de evadir todo tipo de compromisos.

-Es muy hermoso el ministerio-

Dije mientras pasaba mi mano por la madera de su hermoso escritorio.

-Jaja, de no haberme dicho nada le hubiera echado la culpa a mi secretaria, pero bueno a mi me da igual uno que otro la verdad, y más si son mellizas, estas cosas suelen hacerseme enormemente tediosa. Este año exigí que fuera un Slytherin, al fin y al cabo tenemos más en común; recuerdo al raven del año pasado.- me llevé la mano a la cabeza en gesto de desastre-. el maldito niño no paraba de preguntar sobre detalles que ni yo mismo conocía de este edificio, soy el ministro no el guía, pero el departamento de relaciones magicas se empeña en mostrar mi cara amable, con actos como estos; espero que usted al menos no pregunte tanto.

Me senté en el supercómodo sillon de cuero marrón.

-¿Hagamos una cosa?, tú me dices que te gustaría ver del ministerio y yo te llevo aunque sean zonas restringidas, seguro que a una Slytherin como tú le encanta quebrantar las normas, y yo estoy aburrido de tanto papeleo. Aunque no lo creas yo también se divertirme, y últimamente no tengo nada de diversión

Por suerte se lo había tomado bastante bien, y me encanto que se portará tan relajado y fresco, así que sonreí y el se sentó en su sofá, así que yo arrecoste mi espalda a su escritorio.

-Juro que no preguntaré demasiado-

Dije sonriente, mientras mordía mi dedo como indicando que guardaría silencio. El empezó a decir que me llevaría donde yo quisiera, me mordí un labio al escuchar quebrar normas.

-He escuchado que hay un lugar donde se llevan todos los juicios de cargos extremos, como el ser mor-ti-fa-go-

Susurre la última palabra con cuidado, mis abuelos habían sido juzgados por sospechas de ser mortífagos, pero nunca pudieron comprobar nada.

-Me gustaría conocer ese lugar señor ministro si se puede por favor-

Sonreí pícaramente, como diría mi madre, no había nada que la sonrisa de una Parkinson no pudiera lograr.

-Mortifagos, si eso es la sala de juicios, esta en el sótano, en lo más profundo de este ministerio.- me levanté de improviso asustando ligeramente a la alumna y dejando el sillón dando vueltas sobre su eje-. Juliet me voy por el ministerio cualquier visita aplazala, vamos señorita Parkinson, antes de que sea la hora de almorzar.

Dije advirtiendo que estaba todavía en mi escritorio, los ascensores estaban atiborrados como de costumbre, afortunadamente el ministro tenía su propio ascensor privado, alguien en algun momento pensó que el ministro siempre tendría prisa por ir a todos los sitios, no se equivocó pero hasta que no llegué yo al cargo ministerial ese ascensor era poco más que decorativo. El ascensorista esperaba mis indicaciones hasta que la señorita Parkinson entró en el ascensor y se puso a mi lado, tras eso lo puso en marcha hasta que llegamos a la zona de juicios, un largo pasillo y llegaríamos a la sala de juicios graves, la misma donde Igor Karkarov acuso a Barty Couch jr de ser mortifago, la misma donde todos los mortifagos de la historia habían ido sido juzgados por el poder del ministerio.

-Esta es la sala señorita, amo el olor de la justicia en el aire, y las apolilladas sillas, sin duda buena falta le haría una remodelación al lugar, igual que una modernización de nuestra justicia ¿no cree?

Nos dirigimos al sótano, en un ascensor que era dedicado solo para el ministro, era increíble como estaba lleno de lujos, empecé a caminar junto a él, se escuchaban sus pasos y los míos un poco más finos y delicados, al entrar al salón me adelanté a él, y pase mis manos por todo ese lugar donde se habían sentado todos nuestros abuelos, los de la mayoría de los Sly, los míos y los señores Malfoy.

-Increíble-

Y el hablo acerca de una modernización de la justicia, le sonreí de lado.

"De verdad cree que me interesa la justicia"

Yo era una de esas personas que predicaba que la pureza de sangre era lo más importante, así que el movimiento de los mortifagos era lo más correcto del mundo.

-Que le diré señor ministro, no tengo mucha idea de eso-

Camine hacia el suavemente solo se escuchaban mis pasos, y mi suave respiración.

-Pero gracias por mostrarme este hermoso lugar, lleno de tanta historia-

Pase mi mano por la orilla de su saco con una sonrisa.

-Uh ya veo las personas que no hablan de la justicia no es porque no sepan de ella, pues todos tenemos nuestra visión de lo que es o no es justo, sino porque desea ocultarla, he de suponer que por tanto su punto de vista y el mio no concuerdan y usted no desea contrariarme.

Agarré su mano con delicadeza y la posé sobre su propio hombro, di unos pasos por la estancia olia a viejo, sin duda demasiado atrasado estaba nuestro sistema como para prevalecer ante los enemigos que se le estaban creando entre las sombras y a plena luz del día.

-En fin si no desea decir lo que quiera, no lo diga, esta en el peor lugar para exponer sus ideas, aquí se juzga a la gente y se la llega a condenar a muerte por beso de Dementor.

Trastaliteaba con la varita en mi bolsillo sintiendome tentado en usar una de mis especialidades para saber que ocultaba aquella melena morena tan intensa, pero sabía que en el fondo eso era demasiado fácil, y por tanto perdía gracia.

-Tus abuelos eran mortífagos, al menos uno de ellos, seguro que no te parece bien que fueran juzgados, mi padre me contó como Lucius Malfoy y su hijo Draco suplicaban por su vida alegando que habían ayudado al señor Potter. ¿Ese era el orgullo de los mortifagos?, escoria no sabrían que hacer con este pais, muchos pajaros en la cabeza, no entienden que el verdadero poder esta en el que controla la ley por el apoyo del pueblo, y no en el que controla al pueblo con apoyo de la ley.

-A veces el pueblo no sabe escoger bien, de hecho los hacen pensar que lo correcto no es más que lo que ellos desean, trampa suciedad, el pueblo a veces no sabe elegir y por eso estuvimos tan mal durante todo ese tiempo, si mi abuelo fue juzgado en este lugar-

Le señale una de las sillas para juzgar a la gente, y luego me volteé a verlo con desgano, estaba hablando demasiado lo sabía.

-Mi abuelo no era mortifago claro esta, pero claramente no es una buena idea, decirle mis ideas sobre la justicia, por que claramente no coincidimos en nada señor Ministro, con todo el respeto del mundo no creo que sea buena idea seguir discutiendo justo con usted de esas cosas, disculpe mi atrevimiento-

Me cruce de brazos algo molesta, con que hubiese hablado mal del Tío Draco y de mi abuelo ya fallecido, pero que más daba pelear con él por esas cosas.

"En fin si de mi dependiera todos los malditos sucios estarían muertos"

-Bueno tampoco es para tanto, solo eres una alumna en fin, ya has visto esta zona, no creo que haya mucho más que ver de lo que se ve a simple vista, pero bueno estate el tiempo que quieras.

Miré mi reloj de muñeca un rolex oyster perpetual explorer, que me había regalado el ministro muggle, sin duda una obra de precisión de eso que los muggle llamaban relojería.

-Aunque vamos acercandonos a la hora de comer, quizás a la señorita Parkinson le gustase acompañar al ministro en su almuerzo, hay una cafetería cercana donde hacen un típico plato ingles, el pollo crujiente que esta bastante bueno.

Sonreí de lado, parecía un tipo rudo pero caballero, eso me agradaba bastante.

-Me gustaría bastante de hecho sería un honor para mí una simple estudiante poder almorzar con el señor ministro-

Me paré a su lado y lo miré de reojo mientras le sonreía.

-Claro esta que no sé que tan bueno sea para su prestigio salir con una simple alumna-