Crema batida...

Acostado boca abajo en mi cama, veía la luz colarse por la ventana y a las partículas de polvo flotar de un lado a otro.

Giré para quedar con la vista hacia el techo y mi estómago hizo un sonido extraño. No había comido nada desde el desayuno, aunque a lo que había ingerido no se le podía llamar desayuno, pues simplemente tomé un vaso de jugo de calabaza y una tostada a la cual le di una mordida. La razón se debía a que me había quedado dormido, por lo tanto llegaba tarde para la primera clase.

Me incorporé para quedar sentado sobre la cómoda cama y mi estómago volvió a resonar. Miré hacia mi mesita de noche por si había algún dulce que no me hubiese comido, pero nada. Pasé la vista por el dormitorio, tan sólo para ver si algunos de mis compañeros había dejado algo que me pudiera llevar a la boca y comerlo, pero el resultado fue el mismo.

Me puse de pie y busqué mis zapatos bajo la cama, me los puse y salí del dormitorio. A pesar de ser otoño, aún se sentía un poco del calor del verano, por lo que dejé la túnica sobre la cama.
Empecé a a bajar los escalones que daban a los dormitorios, llegue a la sala, pasé de largo y salí por la puerta, decidido a ir hasta las cocinas para poder hacerme algo de comer.

Entre los pasillos no se hicieron esperar las miradas de las chicas que volteaban de manera descarada, diciendo cosas apenas audibles. La mayoría sabía que en mis genes había sangre de veela, todo gracias a la familia de mi madre.

Llegué hasta la planta baja y mi estómago volvió a reclamar comida, me llevé las manos sobre él como si eso fuese a calmar el hambre. Bajé a las mazmorras, camine algunos pasillos, doble algunos recovecos y llegué hasta la cocina. Abrí la puerta y había muy pocos elfos domésticos, seguramente estaba descansando o en alguna otra parte del castillo limpiando los desórdenes de los alumnos.

Me acerqué a una mesa que estaba repleta de materias primas y fue tomando los ingredientes para preparar un pastel.

*Iba caminando con lentitud por los pasillos deseaba solamente no ser encontrada ya me habían retado por lanzarle un hechizo a un estúpido Slytherin, había sido un día bastante malito, miles de problemas, tareas acumuladas y además había llegado tarde para almorzar cuando iba entrando técnicamente me sacaron del Gran Comedor enviándome a clases de nuevo*

*Los pasillos para llegar a la cocina era sumamente largo, y tuve que echarme a correr justo antes de llegar puesto que vi a la gata necia esa que aún en modo fantasma merodeaba de aquí para allá, abrí la puerta de un empujón viendo a una de las profesores frente a mí, era la profesora de Quidditch, y por sí fuera poco ahí estaba mi hermanito, parecía que ambos ibamos a tener serios problemas, mire a la profesora una vez más y hice una leve reverencia*

-Profesora, buenas noches-

*Dije tratando de sonar casual, y me volteé a mirar a mi hermano, sentenciándolo con la mirada de seguro esto nos costaría un castigo*

Parecía que ya tenía todo listo para empezar con... con la mezcla del pastel. Había visto a mi madre y a mi abuela cocinas pasteles, pero lo hacían con magia. Yo no tenía la más mínima de idea de que encantamientos usaban para que los ingredientes se mezclaran por si solos.

-Si los muggles lo hacen con sus propias manos... ¿Qué tan difícil puede ser?- le dije al saco de harina que tenía frente a mi.

Con un Accio traje hasta mi una tazón para empezar.

-Me pregunto cómo se iniciará...- dije

Las puertas de la cocina se abrieron y entró una profesora... Me quedé petrificado unos segundos, pensando qué decirle, pero no se me venía nada a la cabeza. Quizás si usaba mis encantos (xDDD) lograría que no se enfadara conmigo.

-Hola profesora- le dije con una sonrisa, mostrando mis perfectos y blancos dientes -¿Gusta ayudarme a pre...- no terminé de hablar

Las puertas de la cocina se volvieron a abrir y entro mi hermana mayor. Dominque me vio inquisitivamente por unos momentos y después le hizo una reverencia a la profesora.

-Hola Dom...- le dije sonriendo -Parece que llegan justo a tiempo para ensuciarnos- dije con una mirada y sonrisa pícara

Escuché como la profesora de Estudios Muggles se iba sin haber percatado de nuestra pesencia. Ya me veía nuevamente castigado limpiando los trofeos o los retretes sin magia. Por suerte la profesora de vuelo nos había encubierto.

-Bueno eso estuvo cerca- dije despegando mi espalda de la pared

Me miré el cuepro y me di cuenta de que estaba todo lleno de harina y demás cosas pegajosas. Pasé las manos por mi cabello y tenía grumos por el agua que la chica griega me había soltado desde lo alto.

-Bueno... Supongo que no hay más remedio- dije rodando los ojos

Me desabotoné la camisa lentamente, viendo de reojo a las demás chicas, las cuales sus ojos bajaban junto con mis manos las cuales bajaban liberando los botones de la camisa. Me la saqué por completo y la puse sobre la mesa.

-Seguimos- dije riendo de forma pícara y coqueta

Tomé un bola de masa de la mezcla del principio y se la arrojé a Domique.

Miré a todos los presentes y parecía que la noche ya hacía efecto sobre sus cuerpos pues se veían cansados y agotados. No podía negar que yo también me sentía un poco sin fuerzas, los ojos los sentía pesados y el cuerpo, pues el cuerpo lo sentía simplemente sucio y pegajoso, quería más que nada en estos momentos una ducha para quitarme toda aquella mezcla de harina, chocolate, agua y demás cosas que habían aterrizado en mi durante la pequeña guerra de comida que la profesora de vuelo había iniciado.

-Será mejor que nos vayamos- les dije mirando al rededor.

Unos elfos se acercaron a nosotros y las cara les cambió a un estado de furia. Sus grandes ojos que brillaban como si fueran de vidrio miraban el suelo, la mesa y nuestros cuerpos manchados con los ingredientes que ellos ocupaban para los banquetes.
Carraspeé un par de veces, mientras me llevaba la mano derecha a mi cabello y con la uña rascaba mi cuero cabelludo, tratando de quitarme harina que ahora estaba hecha costra por el agua que Alena me había vertido encima.

Todas asintieron con una sonrisa cansada y empezamos a caminar hacia la salida. Me puse de nuevo la camisa haciendo una mueca por sentirla húmeda y sucia. Nuestros pasos dejaban atrás todo tipo de huellas, blancas y marrones, además de que mis zapatos se pegaban ligeramente a la piedra del suelo.

Llegamos a las escaleras movedizas y tomé la mano de Alena para que me siguiera. -Usaremos un pasadizo que nos llevará a la torre de Ravenclaw- le dije mientras nos deteníamos frente a una pintura. Volteé para despedirme con la mano de mi hermana y de la profesora que siguieron subiendo. Dije la contraseña y la pintura se hizo a un lado, pasamos y tras unos segundos, nos encontrábamos ya en la escalera de caracol que dirigía a nuestra Sala Común.

Subimos en silencio y llegamos a la estatua que custodiaba la entrada a nuestra sala. Alena contestó la pregunta y pasamos. -Nos vemos- le dije guiñándole un ojo y caminando al dormitorio de los chicos, pero antes de irme a la cama, me ducharía para quitarme los restos de comida que abundaban en mi cuerpo.